La colonia es uno de los productos más ligeros de la perfumería: según la norma francesa, el contenido de fragancias de este tipo no supera el cinco por ciento. Curiosamente, eau de cologne no es sólo una designación técnica de concentración: esta palabra suele utilizarse para describir composiciones cítricas refrescantes, especialmente populares en verano.

La historia del término también es curiosa: Eau de Cologne («Agua de Colonia») era originalmente el nombre de una fragancia lanzada en 1709 por el perfumista italiano Giovanni Maria Farina, que emigró pronto a Alemania y abrió allí una pequeña fábrica para producir jabón y aguas perfumadas. El papel principal en la composición de la primera colonia lo desempeñaron los aceites de cítricos; su popularidad hizo que a principios del siglo XX en la gama de muchas marcas europeas hubiera sus propias variaciones sobre este tema, y en los salones de peluquería se llegó a considerar una buena práctica ofrecer la fragancia a los clientes inmediatamente después de cortarse el pelo.

La demanda de estas aguas refrescantes también se refleja en el hecho de que las colonias eran a menudo el único producto de perfumería que producían las fábricas especializadas en tiempos de guerra; debido a su alto contenido en alcohol, se utilizaban como desinfectante.